Nunca entendí bien el dicho pastelero a tus pasteles. No hasta esa vez que me tocó vender mi departamento. Como suele pasar con las cosas de uno, para mí era el mejor departamento de todos los tiempos. Se iba a vender solo. Mejor aún, se iba a vender a la primera. Así que empecé a mostrarlo. En la primera visita mi ánimo era el mejor, estaba confiado y optimista. Un poco ansioso también y algo acelerado. La gente que te quiere comprar algo, lo que sea, versus la gente que solo está vitrineando, no suele presentar muchas diferencias en su actitud. Son todos amables y obviamente se guardan para sí mismos las cosas que no les han gustado de tu propiedad. Pero yo, creyéndome un gran vendedor, intuía lo que podía jugar en contra y salí al paso antes que dijeran nada. 

“No se preocupe por la orientación, aunque aquí llega el sol de frente a eso de las 6 PM y puede ser un poco caluroso en verano, pero en invierno es super calientito”. Esa ansiedad que uno demuestra es un gran punto en contra. La verdad, me di cuenta cuando ya llevaba 10 visitantes, los cuales llegaron en semanas y horarios distintos. Al décimo visitante ya había perdido un poco la paciencia. Estaba derechamente desesperado por vender (habían pasado más de dos meses) y en mi afán por buscar nuevas estrategias, opté por el silencio. Pero la gente seguía preguntando sobre los puntos en contra de la propiedad y yo, en esta nueva modalidad, respondía lo justo, arriesgándome a quedar de pesado. 

Cambio de estrategia

Vender una bicicleta o vender un celular son cosas que efectivamente se pueden vender solas. Vender una propiedad, yo lo aprendí, no es tan fácil. Así es como llegué a Browties.

Para empezar, hicieron una gran diferencia cuando llegaron con un fotógrafo. Yo pensaba que con mi último iPhone lo lograba, pero no. Mi departamento ahora podía entrar a Vivienda y Decoración con las fotos que tomaron. ¡Y video, también hicieron un video! Con un dron filmaron el barrio, mostrando de una forma muy cinematográfica el potencial de mi propiedad, con la cercanía que tenía al metro por ejemplo. Luego, a través de un ejecutivo dedicado, las visitas fueron más regulares en el tiempo y, como imaginarán, no llegaron a ser otras 17 antes de que la venta ocurriera. No me dejaron solo y eso lo agradecí aún más cuando hubo que dar el primer paso después de que un visitante se comprometió a ser el comprador. En definitiva, pastelero a tus pasteles. 

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